jueves, 8 de mayo de 2008

Piña colada

Lo prometido es deuda... la crónica más o menos completa (se aplica censura de forma discrecional según el interés del autor) de la luna de miel. Punto por punto y minuto a minuto (?).

1. Aeropuerto de Lima
Tener que salir a las 2 a.m. de casa no pone exactamente de buen humor. Tener que hacerlo sin haber dormido durante la noche (había que hacer maletas), peor aún. Pasar 3 horas en el aeropuerto esperando abordar no mejoró la situación. Pero tener que quedarse sentado en el avión 4 horas por culpa de la neblina... fue lo máximo.

Y aquí empieza la queja. No entiendo como es posible que Lima, una ciudad de 8 millones de habitantes, tenga un aeropuerto tan mal localizado y con una (1!!!!) sola pista. No tengo nada qué decir de las instalaciones del terminal, que son de primer nivel para la región; pero tener una pista para las llegadas y salidas de vuelos nacionales e internacionales es algo digno de un aeropuerto bananero. Las colas y consiguientes retrasos son la norma, no la excepción, y eso no es tolerable.

Pero lo más tragicómico es el lugar en el que se sitúa el glorioso aeropuerto internacional Jorge Chávez, a pocos centenares de metros de uno de los mares más fríos del planeta, causante de neblinas y lloviznas 200 días al año. Por lo menos yo no perdí la conexión en Bogotá, a diferencia del 95% de quienes viajaban conmigo, pero no se puede justificar un maltrato semejante. Hay terrenos en las zonas más altas de la ciudad (La Molina, Cieneguilla) donde se podría perfectamente acomodar un aeropuerto sin ese desastroso inconveniente, aunque habría que ver como impedir la contaminación acústica a las zonas urbanizadas en las cercanías. Pero el Callao es el peor lugar posible.
Nota: promedio un 8 por las instalaciones y un 0 por la pista y la neblina. Total 4.

2. Lima - Bogotá
El vuelo no estuvo nada mal, considerando los prolegómenos. La comida adecuada, las aeromozas atentas (aunque absurdamente muy preocupadas porque doblemos las cobijas), la turbulencia muy leve. Esto es, hasta que el piloto decidió cortar algunos minutos en el descenso a Bogotá metiéndose de cabeza en el manto de nubes que cubría la capital cafetalera. Demás está decir que eso fue como nadar en una lavadora lanzada desde un sexto piso. Claro, recuperamos veinte minutos, pero hay gente que perdió años de vida por el susto; lo que sí hay que reconocerle al kamikaze es un aterrizaje tan dulce, comparado con el approach, que muchos ni se enteraron que todo había terminado.
Nota: un 4.5 bastante dudoso, con medio punto sólo por la habilidad en el landing. Pero la picada hacia el aeropuerto es imperdonable.


3. Aeropuerto de Bogotá - terminal nacional
Nada espectacular, pero todo muy funcional: tiendas, food court, servicios. Un poco engorrosos los trámites para abordar, pero dentro del promedio de los últimos tiempos. Ni fu ni fa. El gran problema de Bogotá es que los terminales nacional e internacional (separados por, a ojo, unos 2 km) comparten pistas, obligando a los aviones a tiempos larguísimos de estacionamiento y preparación para el despegue.
Nota: 5. No se puede perder media hora sólo para aparcar el coche, perdón, el aeroplano.

4. Bogotá - San Andrés
Vuelo tranquilo, plácido, para nada complicado, salvo algún movimiento mínimo cruzando las nubes sobre Bogotá. Pero donde todo cambió fue al llegar a San Andrés, con el piloto que, en un plan francamente exhibicionista, decidió hacernos admirar las bellezas de nuestro destino haciendo un sobrevuelo de 360° sobre la isla, con el avión a 45° de inclinación y poquísima altura sobre las aguas turquesas. Y mientras algunos pasajeros daban rienda suelta al pánico, el muy fresco narraba con detalle cada ensenada, playa, árbol o calle que veíamos. Ya me lo imaginaba imitando a aquellos automovilistas que sueltan el volante para indicar algo con la mano... y no era un pensamiento muy positivo en ese momento. El aterrizaje no estuvo mal.
Nota: no sé como evaluar el asunto del paseo turístico, si como una machada gratuita e innecesaria o un despliegue de bravado y sangre frío. Como cumplió su objetivo (promover las bellezas del lugar), la segunda opción gana algún margen. Diría que un 6 refleja bien lo sucedido.

5. San Andrés (la isla, en general)
Una Jamaica en miniatura, y traducida al español. Sol, playas impresionantes, tranquilidad, vegetación tropical. Inobjetable como destino turístico. Pero entre un resort y otro, las cosas no son color de rosa y se nota una cierta pobreza que los miles de motos (toda la población se desplaza en ellas) no pueden ocultar. Pero la notable idea de tener un impuesto turístico de entrada a la isla, que financia sus servicios y se descuenta del impuesto de salida internacional en Bogotá, va a permitir revertir la situación con cada turista que pise suelo isleño.
Nota: un 7 con perspectivas en ascenso.

6. El Hotel
No voy a poner el nombre para no hacer publicidad gratuita. Pero era adecuadamente confortable, dentro de un estilo interesante y semi rústico, con una atención impecable, servicios de primera (la cancha de tenis fue un plus importante) y sobretodo los buffets en desayuno, almuerzo y cena. Tal vez se podría mejorar un poco los acabados de las habitaciones, tal vez debería haber teléfonos en las mismas para evitar ir a fastidiar a la operadora todas las veces; pero son detalles.
Nota: parece que estoy generoso, ahí va otro 7.

7. La playa (no, no tiene nada que ver con Di Caprio)
Probablemente lo mejor del viaje. Agua cristalina y temperada, arena blanca, corales, peces tropicales a plena vista, olas casi inexistentes. Si alguien como yo (que no sabe nadar) se atreve a hacer snorkeling un día entero, el mérito es evidente.
Nota: sin duda alguna, 8.

8. El amanecer
Ok, paren todo. Me corrijo, esto fue lo mejor del viaje. La foto del costado habla por sí sola, creo. ¡Qué colores! ¡Qué espectáculo!
Nota: es un 9 duro y crudo. Sólo faltó una banda sonora de Hans Zimmer de fondo.

9. La estadía, en general.
Muy buena. Comí bien, tuve sol los 4 días, me relajé, vi frente a mis ojos a toda la familia de Nemo, ajusté un poco mi saque a lo Roddick (?), y vencí demoledoramente a mi esposa en billar, siendo la primera vez que me encontraba un taco en la mano. Inolvidable su expresión luego de embocar tres bolas una tras otra y anunciar, con todo el descaro posible, que me olvidé de decirte que acabo de ver el WPA Pro Series en ESPN. Y luego dicen que la televisión no enseña nada... mentirosos (?).
Nota: 8, sin duda alguna.

10. San Andrés - Bogotá
Por algún motivo que escapa a mi comprensión, el retorno fue lo opuesto a la ida, y no me refiero en el sentido geográfico, que no soy tan burro (?). Si el primer viaje había sido tranquilo hasta el heterodoxo aterrizaje, este inició mal, se desarrolló peor y terminó (sorpresa) bastante bien.

Vamos en orden. El despegue fue adrenalínico porque la pista se acababa, el mar se acercaba y el avión no se levantaba, y cuando al fin lo hizo repitió al 50% la maniobra que les conté (45° de inclinación, poca altura, esta vez sólo 180° de giro): la gente estaba al borde de un ataque de nervios. Si a eso agregamos que pocos minutos después hubo un descenso abrupto de altitud (según lo que pude ver, al parecer estábamos cruzando el itinerario de otro vuelo) y que desde el ingreso al espacio aéreo colombiano la turbulencia fue continua y remecedora, se puede entender que los pasajeros no tomaron con buen semblante la noticia que Bogotá nos esperaba bajo una intensa lluvia; aterrizar de noche, con aguacero, pasando entre las sierras que rodean la ciudad, y más aún luego de la mala experiencia del descenso en la ida, no era algo que pintaba muy bien. Pero el piloto recuperó puntos con un aterrizaje impecable, de cabo a rabo.
Nota: el despegue a paso de tortuga (culpa del avión, que parecía vetusto), el viaje accidentado, la llegada perfecta promedian, a mi gusto, un 5.

11. Aeropuerto de Bogotá - terminal internacional
Y aquí sí llueven las quejas. Sobre la distribución absurda de los terminales y las pistas, ver el punto 3. Pero se juntan más cosas. En primer lugar, una señalización deficiente nos llevó a preguntar 6 o 7 veces como llegar a nuestra puerta de abordaje. Luego, experimenté los que deben ser los servicios higiénicos más lamentables en un aeropuerto internacional que haya visto en mi vida. Finalmente, la secuencia de controles y áreas restringidas, similares a una matrioska rusa, agotaron lo poco que me quedaba de paciencia.

Como diría Jack el descuartizador, vamos por partes: control de pasaporte y boarding pass a la entrada al terminal; control de pasaporte en migraciones; control de boarding pass para pasar al duty free; control físico por parte del ejército a la entrada a la zona de las puertas; control de boarding pass para entrar a la puerta; nuevo control de boarding pass antes de entrar a la manga. Y pequeño detalle, cada vez que se pasaba uno de los controles no se podía volver atrás. Es decir, si a uno se le ocurría ir a buscar su puerta antes de comprar los souvenirs en el duty free, piña. O si alguien había olvidado pasar por el baño antes de entrar a la sala de espera, peor para él. Terrible.
Nota: qué mala experiencia. Me quitó toda gana de volver a Bogotá. Siendo generoso, 3.

12. Bogotá - Lima
Salimos con lluvia, viajamos con turbulencia, llegamos con neblina, sobrevolamos la ciudad casi una hora esperando que se abra un poco el horizonte, al final creo que el piloto bajó a la ciega (impresionante ver como la oscuridad nocturna era reemplazada por un blanco fantasmal al cruzar esa cortina impenetrable); por suerte al nivel del mar todo estaba despejado, permitiendo ver que estábamos sobre el océano y varias embarcaciones pesqueras, a una cierta distancia del aeropuerto. Gulp! Aterrizaje promedio.
Nota: considerando la situación ambiental, no estuvo tan mal. Un 5.5 me parece lo más adecuado.

Y así se concluye esta crónica viajera. Los cuatro días fueron notables, un poco menos el viaje para llegar hasta allí y regresar a casa. Y mucho menos el volver al trabajo, a la oficina, al escritorio. Pero así es la vida.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Me dio mucha risa tu cronica del viaje de luna de miel, porque dentro de todo te fue bastante bastante bien para lo que en promedio ocurre en latinoamerica.
Y te lo comento con toda honestidad, considerando que por temas de trabajo / familia / vacaciones debo hacer como 20 viajes al año, lo cual me hace un poco ducha en temas de viajes / aeropuertos, etc.
(1) pongo mi cabeza a que viajaste en avianca.. jeje
(2) el aeropuerto de bogota es super complicado.. right.. pero bueno, considerando que nuestro vecino pais es el mayor productor de cocaina del mundo, es lo minimo (agradece que no te pidieron que te quitaras los zapatos ni te dejaron en bolas como en el aeropuerto de miami.. f*ck).
(3) turbulencia en el trayecto? bueno si, pero es porque atravesaste la cordillera de los andes
(4) el sobrevuelo de la isla antes del aterrizaje... que chevere, considera que estaban promoviendo las beldades de la ciudad.
(5) sobre la pobreza en san andres porque la gente anda en moto?? mmm. no lo creo, la verdad es que simplemente la gente anda de moto (a) porque hace mucho calor; (b) el costo del combustible; (3) la distancia.
Bueno, me da gusto que la hayan pasado bien. Cuidate y felicidade por la luna de miel

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