lunes, 19 de febrero de 2007

El ídolo indestructible

Mi comentario sobre la jornada deportiva será un tanto distinto a lo que uno se esperaría. Hay material suficiente para realizar diez resúmenes ortodoxos, pero la verdad es que creo que ha llegado el momento de celebrar.

Ojo, no me refiero a la victoria del Milan luego de un partido épico contra el Siena, de visitante (4-3, y contando que al minuto 81 estaban 2-2!!! Locura!!!). Tampoco me refiero al cumplimiento sobredimensionado de mis profecías sobre O Fenómeno, que fue la figura del match con dos goles, una asistencia y pinceladas capaces de aterrorizar a cualquier defensa.

El momento clou de Siena-Milan, y que me convenció a escribir este post, sucedió aproximadamente a los diez minutos del segundo tiempo. Tiro libre indirecto para los bianconeri más o menos a veinticindo metros de la portería, cañonazo de Maccarone... y tres segundos después la pelota está en el área del Siena.

¿Qué pasó? Simple: Gattuso ha salido disparado de la barrera al momento del primer toque, lanzándose en plan escudo humano sobre la trayectoria de la pelota; el misil lo golpea, tal como evidencia la repetición, en el bajo vientre, allá donde más duele; sin embargo, no sólo amortiza el impacto y se pone inmediatamente de pié, sino que hace un dribbling seco sobre un adversario antes de meter un pase de 40 metros a Oliveira, que se lanza al ataque. Una vez cumplida la misión, cae al suelo semiinconsciente por el golpe recibido.

Lo extraño es que el impacto no lo haya derribado inmediatamente, dándole tiempo para realizar los lujos que acabo de describir. La pregunta, por lo tanto, surge espontánea: es Gattuso en realidad un ser humano?

Durante el transcurso de mi vida, he tenido un puñado de ídolos futbolísticos que se han ido sucediendo en un imaginario trono, sujetos a mi total devoción. Marco van Basten fue el primero, hasta la terrible lesión que le truncó la carrera cuando se encontraba en un estado de gracia absoluta, combinando la potencia de su metro noventa con una técnica divina. Siguió Roberto Baggio, el más grande futbolista italiano de todos los tiempos, especialmente cuando podía jugar libre de esquemas tácticos que restringían su genio. Gabriel Omar Batistuta, el tercero, fue para mí el mejor delantero all time, segundo sólo al cisne holandés: en sus años en la Fiorentina le he visto hacer goles imposibles, absurdos, de ciencia ficción. A finales de los noventa, David Beckham representaba el renacimiento del fútbol inglés luego de casi un lustro de anonimato, gracias al más impresionante pie derecho de todos los tiempos y una habilidad única en el pase largo, hasta que decidió dejar Manchester y el fútbol serio para convertirse en un galáctico de la farándula en tierras españolas. El quinto y último rey ha sido Andriy Shevchenko, el tercer mejor nueve de siempre, infalible en el área, potente y completo como pocos, capaz de hacer goles de cabeza, pie derecho, izquierdo, penales, tiros libres, lo que fuera.

Cuando Sheva prefirió el Chelsea y los gasodólares de Abramovich, reduciéndose a la sombra de lo que fue en el Milan, el trono quedó vacante; durante los últimos meses me he preguntado quién, en estos años, había hecho méritos para ser el nuevo paradigma. Obviamente me limitaba a buscar entre los habilidosos, los magos, los refinados intérpretes del toque y el lujo.

Pensé en Francesco Totti, que es más completo y mejor plantado físicamente que Baggio, pero no tiene la continuidad que debe mantener un genio absoluto. En los últimos treinta años no ha habido un organizador de juego como Andrea Pirlo, que patea tiros libres como Maradona y desmarca como Cruyff, pero su función mixta en la volante termina por quitarle minutos de aire que le permitirían un par de regates y goles más por partido. Cristiano Ronaldo es la mejor aparición del último quinquenio, pero sus inéditos preciosismos terminan resultando, en la mayoría de los casos, vacuos y sin repercusión para el equipo. Zlatan Ibrahimovic es un clon de van Basten, y con un toque de locura extra, pero en los momentos claves suele ingresar a un estado de indolencia francamente insoportable. Ronaldo? Es imparable sólo cuando su galope gana momento, y el tiempo le ha ido restando explosividad. Ronaldinho? Desaparece cuando el viento sopla en contra. Messi? Lo he visto más tiempo en el quirófano que en las canchas. Lampard o Gerrard? Fallaron en los momentos críticos de su selección.

No, señores. El heredero de van Basten, Baggio, Batistuta, Beckham y Shevchenko es Gennaro "Ringhio" Gattuso. Lo declaro, desde este momento, el jugador con más huevos de todos los tiempos. Y no sólo porque ha dejado a Edgar Davids como un lejano recuerdo de cómo se recuperaba la pelota en los 90's. Es un ganador: tiene en su palmares el campeonato escocés, el italiano, la Champions League, el Mundial. Qué crescendo! Además, con el tiempo ha ido refinando la calidad a tal punto que ahora es a él q quien hacen los fouls, y no viceversa. Miren, si no me creen, lo que tuvo que hacer Zidane para sacárselo de encima.

Gattuso es un ejemplo de lo que debe ser un deportista. A pesar de su baja estatura, suple a esta carencia con un despliegue y una energía inusitadas. Conociendo sus limitaciones técnicas, aporta corazón y garra a cada tackle que efectúa en busca del balón. Festeja los triunfos como si no existiera un mañana, pero acepta las derrotas sin caer en polémicas estériles. No le teme a nada ni a nadie, a la lesiones, a los adversarios, al público rival, al árbitro, a la FIFA; y si hay que defender a un compañero que viene siendo victimado por algún defensa inescrupuloso, es el primero en dejar las cosas en claro.

Deja en el campo hasta la última gota de sangre, sudor y lágrimas. Lágrimas, sí, porque a veces hasta los duros lloran, pero sólo cuando sus ilusiones se desvanecen. Soporta con estoicismo las burlas de los hinchas de otros equipos, que lo tildan de ser el eslabón perdido entre el hombre y la bestia, un Neanderthal renegado, un dwarf catapultado al gramado desde alguna saga nórdica.

Pero al fin y al cabo, nadie puede negar que si el Milan ha ganado lo que ha ganado en los últimos años, más allá de los goles de Shevchenko, las genialidades de Kaká, la resistencia infinita de Maldini, buena parte del mérito va al único hombre que pone la cara cuando los demás se voltean. Si Italia es la mejor selección del planeta, tiene que agradecer a este combativo todoterreno, que en el Mundial se permitió lujos como esta inolvidable tijera voladora contra Ucrania, además de cumplir con la labor de incansable recuperación de la pelota.

En el fútbol actual se vende mucho humo y poca sustancia, se ensalza el detalle egocéntrico y se olvida el juego de equipo, se alaba la bicicleta y se aborrece la barrida. Pero al celebrar las victorias, siempre hay algún héroe silencioso y anónimo que protege el área mientras los artistas hace sus bordados treinta metros más adelante. Es hora de reivindicar a esas figuras oscuras pero indispensables.

Por eso, ahora más que nunca, Gattuso es, a mi gusto, el nuevo rey del rectángulo verde. Long live the king!


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